Un enfoque en diferentes etapas de la vida
El concepto de salud mental abarca una dimensión crucial de nuestro bienestar, que engloba aspectos psicológicos, emocionales y sociales. Sin embargo, este equilibrio puede verse influenciado tanto positiva como negativamente por dinámicas laborales internas y externas, que a menudo desencadenan estrés, ansiedad y, en casos más graves, depresión. Estos desafíos son moldeados por diversos factores, incluyendo la edad y el género de los individuos involucrados.
Según un estudio llevado a cabo por la Universidad Jaume I, para llegar a comprender más profundamente esta compleja relación, es necesario explorar cómo las diferentes etapas de la vida laboral interactúan con las diferencias de género. En el estudio del equipo de investigación WANT de dicha universidad, consideran que las etapas clave son: adultez temprana (18-20 años), adultez joven (20 a 30 años), adultez (30-45) y mediana edad (45-60 años).
La adultez temprana (18-20 años) y la adultez jóven (20-30 años)
En las primeras etapas de la vida laboral (18-30 años), experimentamos un período de adaptación mientras nos adentramos en el mundo laboral y buscamos establecernos profesionalmente. Aunque este período puede ser un momento de crecimiento, es notable que muchos jóvenes siguen viviendo con sus padres mientras navegan por este camino. Según el informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España, más del 60% de las personas de entre 25 y 29 años aún viven con sus padres debido a factores económicos y de empleo.
En el caso de las mujeres, las cuestiones relacionadas con el síndrome premenstrual y la menstruación pueden llevar a lo que se conoce como ‘presentismo laboral’, donde asistir al trabajo a pesar de sentirse incómodas puede resultar en una disminución de la productividad y un aumento del estrés y la ansiedad. Un estudio reciente realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el síndrome premenstrual puede afectar a hasta el 75% de las mujeres en edad reproductiva, con posibles consecuencias en su bienestar en el trabajo. Estos desafíos resaltan la importancia de reconocer las necesidades específicas de género y trabajar hacia ambientes laborales inclusivos. Un ejemplo destacado es la histórica resolución de la ONU en 2021 sobre la menstruación, promoviendo mayor flexibilidad laboral para las mujeres.»
La adultez (30-45 años)
Desde los 31 años hasta mediados de los 40, entramos en una etapa en la que buscamos consolidar nuestra estabilidad profesional. Sin embargo, para las mujeres, esta fase puede traer consigo un desafío adicional: equilibrar los roles de vida y trabajo puede convertirse en un acto de malabarismo, especialmente al enfrentar las demandas de la maternidad mientras se persigue el crecimiento profesional.
Según un informe del Eurostat, en la Unión Europea, las mujeres todavía dedican en promedio alrededor de 21 horas a la semana al trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, mientras que los hombres dedican alrededor de 10 horas. Esto subraya cómo las responsabilidades no remuneradas recaen desproporcionadamente en las mujeres, lo que puede tener un impacto significativo en su capacidad para avanzar en sus carreras y mantener la estabilidad profesional. Además, un estudio realizado por la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo mostró que las mujeres en la Unión Europea tienen más probabilidades de experimentar estrés relacionado con el trabajo que los hombres, lo que resalta los desafíos que enfrentan al combinar múltiples roles.
La mediana edad (45-60)
En la fase final de la vida laboral, que abarca desde los 45 hasta los 60 años, las mujeres enfrentan tensiones adicionales que incluyen obstáculos en el avance profesional, discriminación y la influencia de estereotipos. Específicamente, las mujeres experimentan un grado mayor de discriminación debido a la persistente presencia de estereotipos negativos sobre las mujeres mayores.
Según un informe de la Comisión Europea, las mujeres mayores enfrentan tasas más altas de desempleo y menor participación en el mercado laboral en comparación con los hombres mayores. Además, un estudio realizado por la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo destacó que las mujeres en la Unión Europea a menudo experimentan discriminación basada en la edad en el lugar de trabajo, lo que afecta negativamente su desarrollo de carrera.
Otros datos de la disparidad de género en el ámbito laboral
Disparidad salarial
Los desafíos persistentes que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral son reflejados en cifras concretas. Según las revelaciones del Instituto Europeo de Igualdad de Género, dentro de la Unión Europea, las mujeres continúan enfrentando una brecha salarial significativa, ganando en promedio un 14.1% menos que sus contrapartes masculinas por cada hora trabajada. Este sombrío panorama económico es un eco constante de las desigualdades arraigadas que persisten en la estructura laboral y la necesidad inaplazable de una rectificación.
Asignación de roles
El paisaje laboral no solo se ve ensombrecido por la disparidad salarial. Un minucioso informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pone de relieve la alarmante realidad de la segregación ocupacional que las mujeres aún deben encarar. Esta segregación se manifiesta en la asignación desproporcionada de mujeres en roles laborales mal remunerados y frecuentemente subvalorados. Este fenómeno, en el cual las mujeres son redirigidas hacia esferas de empleo que tienden a ofrecer recompensas financieras y sociales inferiores, perpetúa un ciclo de desigualdad y limita sus posibilidades de avance y crecimiento profesional.
Discriminación de género
Sin embargo, el espectro de desigualdades se expande más allá de lo financiero, entrelazándose con preocupantes manifestaciones de discriminación de género. Un estudio robusto y alarmante elaborado por la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea revela que más del 50% de las mujeres en la Unión Europea han sido víctimas de acoso sexual en algún momento de sus trayectorias laborales. Esta alarmante cifra subraya la dolorosa realidad de que las mujeres no solo luchan por la paridad económica, sino también por la seguridad y el respeto básico en el entorno laboral.
Estos datos impactantes actúan como un llamado a la acción urgente y resonante para enfrentar las desigualdades estructurales que persisten en el corazón del mundo laboral. Erradicar la disparidad de género en el ámbito laboral exige un enfoque directo sobre las desigualdades arraigadas en la estructura, como salarios desiguales y discriminación basada en los factores previamente mencionados. Estas inequidades actúan como obstáculos significativos para el avance de las mujeres en sus carreras. Es crucial que las organizaciones sean conscientes del papel central que desempeña el género en la satisfacción laboral y la salud mental, y comprendan plenamente cómo sus políticas y prácticas pueden influir positivamente.
En IMQ Amsa, reconocemos la importancia fundamental de la prevención y, por esta razón, hemos elaborado un programa integral dedicado a la prevención y acción en salud mental. Nuestra meta es brindar apoyo y orientación a las empresas para crear una estrategia de salud mental que contribuya al bienestar y la calidad de vida de sus colaboradores. Para más información, visita nuestro apartado de prevención.