Un diagnóstico de cáncer conlleva un impacto emocional muy importante en la persona afectada y en su entorno que hace que afloren sentimientos de tristeza, miedo e incertidumbre ante el temor a perder la vida. En este contexto de malestar emocional, muchos pacientes y sus familias necesitan asesoramiento profesional de salud mental para sobrellevar la enfermedad de la mejor manera posible. No en vano, el estado de ánimo juega un papel muy importante en los procesos oncológicos.
Cada año se detectan alrededor de 13.500 nuevos casos de cáncer en Euskadi, según los últimos datos del Departamento de Salud. Entre los años 2009 y 2013 se diagnosticaron 67.409 casos de cáncer, 40.312 en hombres y 27.097 en mujeres. El cáncer sigue teniendo mayor incidencia en los hombres y va en aumento con la edad, a partir de los 65 años, tanto en hombres como en mujeres.
Con motivo de la celebración del Día Mundial del Cáncer el pasasdo febrero, Miren Barrutia, especialista en el tratamiento psicológico del cáncer de AMSA, responde a las cuestiones más comunes que se plantean los pacientes y su entorno.
En primer lugar, nuestra experta explica que es muy importante ayudar al paciente a asumir de forma real lo que está viviendo. “El proceso de asunción implica hablar de la enfermedad y saber con quién quiere el paciente compartir su situación para conseguir implicación por parte de quien se quiere que la tenga”, señala.
Otro punto importante en el abordaje psicólogo del cáncer es el papel que juegan las familias y el entorno en el proceso de apoyo. En opinión de Barrutia, “para que haya confort a nivel emocional, un familiar ha de hacerle saber a su ser querido enfermo que no está solo y que no es necesario insistir en preguntas sobre su estado de ánimo. Con un abrazo se hace saber mucho más que con preguntas”.
Por otro lado, la psicooncóloga de IMQ recuerda que la enfermedad acarrea ciertas consecuencias sobre todo por los tratamientos (pérdida de miembros tras un proceso quirúrgico, caída del cabello, agotamiento físico por la quimioterapia, etc.) y hace hincapié en que se debe afrontar un duelo oncológico. “El trabajo en la psicooncología es un trabajo a tres niveles: psicológico, social y biológico. El papel del psicooncólogo es acompañar en el proceso para que el dolor, miedo, malestar, etc, afecte lo mínimo a la calidad de vida del paciente”.
Ante la perspectiva de un fallecimiento a corto plazo, el papel del psicólogo es ayudar a morir al paciente lo mejor posible. “Básicamente se trata de escuchar y conocer las necesidades que hay al final de la vida. Para una persona puede ser morir sola en el monte y para otra acompañada de sus familiares. Hay que ser capaces de saber qué es lo que cada paciente quiere y cómo lo quiere y empezar a trabajarlo”, concluye la psicooncóloga.