Es necesario tanto para los padres como para la mejor evolución de los niños/as y adolescentes, integrar a la familia de los pacientes en ese proceso transformador.
Es habitual que la problemática que ha originado la visita a nuestro servicio tenga un impacto en la familia, ya que a la inicial incertidumbre se van sumando distintos factores que pueden generar mucho estrés en el seno de la misma: sentimientos de culpa, rabia o impotencia, falta de pautas de comportamiento, desbordamiento afectivo…
Así mismo, también se pueden dar situación familiares o de pareja que influyan y repercutan en la salud mental del menor y en la evolución de éste, siendo la propia familia parte del conflicto.
Por ello, es necesario trabajar de forma paralela a la terapia individual con el o la menor, estos aspectos con las personas que conforman la unidad familiar (madres, padres, abuelos, abuelas…), de cara a una mejora en el funcionamiento de ésta y, por tanto, una mejor evolución en el tratamiento.